Cuando la vi, la primera vez, lo tuve claro. Ella sería mía.
Pacientemente, me senté frente a ella y me puse a mirarla.
Al final me decidí. Me levanté del banco. Cruce la puerta.
Con un pie aún sin entrar no lo pude resistir y grité.
- Quiero a la maniquí del escaparate.
Jo, como sea igual de decidido en todo en la vida, le ira muy bien...
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