Di un sorbo a mi café y me fui. Ella llegaba demasiado tarde
o quizá yo no tenía la paciencia suficiente.
Cuando comenzamos a estar juntos podía pasarme esperándola horas y horas.
De eso hace varios años. Poco a poco empezó a gustarme menos esperar, cada vez soy
más impaciente. Desde hace un par de años, no puedo esperar más de una hora.
Desde hace dos meses, el tiempo en el que me tomo un café. Desde hace dos
semanas, el tiempo de un café cortado.
No sé si odio esperar o he empezado a valorar mi tiempo o quizá
leche de esta cafetería no es buena. Debería probar a cambiar de lugar de
espera o de persona a la que esperar.
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