Cocinó con todo su amor un plato exquisito, lleno de pequeños toques: canela, jenjibre...
Al acabar, lo emplató con su recién adquirido aro sobre los dos platos, diferentes eso sí, de su escasa vajilla.
Lo posó encima de su recién reciclada mesa-caja y le pidió que disculpara si estaba un poco fría. Ella lo disculpó con una sonrisa.
Cenaron a luz de la farola que, a veces, titubeaba dejando entre tinieblas su mesa y el puente. Nunca comieron ensalada más rica que aquella de canela, jenjibre y lechuga.
La farola se apagó y se acostaron en su recién reciclada mesa-caja-cama.
Cuando se está bien, se está bien. Y muchas veces se está mejor, cuantas menos cosas tienes.
ResponderEliminarMuy bueno, hasta el final.
Sencillez a tope, pero feliz sencillez
ResponderEliminarLo mejor de la cena, "la compañía".
ResponderEliminarSaludos a pares.
qué más?
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