Siempre emociona que se acuerden de uno. Al abrir el correo hace unos escasos segundos no he podido menos que romper a llorar.
Ha pasado tanto tiempo desde que me envió su último mensaje y hoy se ha acordado de mí.
La verdad es que el mensaje era escueto: Feliz Cumpleaños. Pero era sólo mio.
No he podido por menos que romper a llorar. Otra vez se había equivocado de destinatario.
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