Salgo de casa para ir a trabajar todos los días a las 06:45.
Paso el día fuera. Voy en autobús. Como en el curro. Saco dinero del banco en el tiempo del café. Se acaba el día, oscurece y vuelvo en bus. Parece la misma calle. Me bajo en la parada de enfrente. Son las 18.45 han pasado doce horas y, aunque no lo parece, algo ha cambiado.
Llego a mi hogar.
Es una historia sencilla, pero a mi me pasa igual. Y a pesar de ser el mismo camino de ida que de vuelta, al volver me parece muy distinto.
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