Soy un pecador, lo confieso. Me
he ganado el infierno a pulso. Peco cuando la veo pero es imposible no pecar
tiene unas curvas, ¡ay! Además se pone de cero a cien en segundos, milisegundos
diría yo, y claro, la acompaño.
Padre, peco constantemente porque
quiero tenerla conmigo. Aunque sé que es de mi vecino, no puedo quitármela de
la cabeza.
Entiéndame, es verla y deseo
subirme sobre ella y arrancarla… ¡uy!
Perdone, padre, es que me caliento sólo de pensarlo y tengo hasta
escalofríos.
Padre, necesito ayuda, desde que
se mudaron mis vecinos nada es igual. Mi mujer dice que no la aguanta y la
verdad es que yo tampoco puedo seguir así.
Por eso he venido. Deme ese
trabajo, padre, no es que sea mejor que el resto de candidatos, pero soy su
hijo y con ese dinero extra me podría comprar esa furgoneta.
Me ha dicho mi vecino que me
haría rebaja. Él la vende porque ya no la quiere.
Relato finalista en el comcurso organizado por LIBRAMENTVM. La verdad es que no comparto su criterio. No me parece merecedor de tanto. ¿Y ustedes?
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