Este año me jubilo y como regalo de despedida invitaré a cenar a la gente de mi oficina.
El menú será simple, sin grandes delicatesen pero cargado de
nombres ostentosos y buenas intenciones. Es mejor darles de cenar timbal de patatas
con huevo que un huevo frito con patatas (aunque la receta tenga algo más que
un parecido razonable).
El vino será peleón como nuestro día a día.
Y lo más importante es que, cenemos donde cenemos, tengan tantos
taburetes como comensales. Bajo ningún concepto admitiremos sillas. Resultan
incómodas con tantos puñales lanzados durante el año.
Este texto fue descartado para presentarse al concurso. Este año estoy lleno de descartes.
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